Por Rigoberta Menchú
MEMORIAS
REVISTA DIGITAL DE HISTORIA Y ARQUEOLOGÍA DESDE EL CARIBE
COLOMBIANO
AñO 12, N°28. BARRANQUILLA, MAYO - AGOSTO 2016. ISSN
1794-8886 1
Breve reseña de vida.
La Premio Nobel de la Paz de 1992
Rigoberta Menchú Tum, es una indígena maya k'iche' nacida en Guatemala. Está
casada y tiene un hijo. Su padre Vicente Menchú, -activista por el derecho de
los indígenas a la tierra, murió en la quema de la Embajada de España en Ciudad de Guatemala. Su madre
Juana Tum, fue secuestrada y desaparecida; su hermano Víctor fue asesinado por
el Ejército. Dos de sus hermanas fueron guerrilleras y se desmovilizaron.
Desde muy joven luchó en pro de
la reivindicación de los derechos de los pueblos indígenas y campesinos y la
abolición del racismo. Por ello, fue perseguida y tuvo que ir al exilio. Fundó
el Comité de Unidad Campesina y la Representación Unitaria de la Oposición
Guatemalteca. A su regreso a Guatemala en 1988 fue detenida y posteriormente
liberada.
Ha recibido el premio “Educación
para la Paz” de la UNESCO, la “Legión de Honor” de Francia, el premio Príncipe
de Asturias y más de 30 Doctorados Honoris Causa. Ha publicado: “Me llamo Rigoberta
Menchú y así me nació la conciencia”, “La nieta de los Mayas”, “Li Mi'n, una
niña de Chimel” y “El Vaso de Miel”. Participó en los Acuerdos de Paz en
Guatemala entre la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca y el Gobierno
Guatemalteco.
Introducción
Los procesos de paz son muy
complicados. Parece que todos quisiéramos llevarnos el crédito y decir: ¡yo
hice la paz! Pero, a veces, -los que de verdad la hicieron-, su gestión fue
discreta, atrás, yendo de un lado a otro y se quedaron invisibles en la
historia del final. Y son los visibles los que finalmente tienen que tener una
ética muy dura en su mente y en su actuar para que tengan la conciencia de
reconocer que no fueron los únicos que hicieron la paz; que es un proceso tan
complejo como las negociaciones y diálogos. La paz no es silenciar los fusiles,
no se trata de silenciar fusiles. En Guatemala se trataba de hacer un proceso de transformación social.
¡Yo tuve maestros. Es mentira que
yo hubiera estado sola! Muchos de ellos
han muerto. Se murieron en el camino. Otros están vivos. Cuando muere un
símbolo de paz muy importante, sentimos que - en un momento-, se nos va a
derrumbar todo. Sobre todo si es un proceso de paz muy especial ¡Pero resulta
que no! Y nosotros sacamos adelante la tarea. Ya habíamos aprendido cómo se
hacía y entonces ¡tomamos las riendas del asunto!
A nosotros en Guatemala no nos
tocó un proceso muy muy largo pero fueron
10 años de negociaciones. Y fueron 10 años para que alcanzáramos ¡doce acuerdos
de paz! Y cada uno de los acuerdos es hoy realmente una guía para la política
global guatemalteca para los próximos 50, 60 años.
O sea, no teníamos aspiración de
que los acuerdos se cumplieran mañana pero sí teníamos la idea de que se quedarían como agenda política de todos
los que nos iban a suceder. Eso se hizo con paciencia fue laborioso y lo
hicieron las personas, ¡no lo hizo una magia divina! lo hicieron las personas.
¡Es muy importante la
participación! Yo creo que la participación
consecuente es más importante y también la participación propositiva porque proponer es un acto de humildad
muy grande que decir: no, este es el mío y punto, si querés estar conmigo
agarra el mío. Y esa propuesta, muchas veces, se convierte en una decisión
política que da luces para los demás.
Pero yo aquí estoy muy feliz
porque conocí esta hermosa región colombiana y estoy segura que ustedes van a
trabajar duro en varias iniciativas. Es más, estoy segura que ya hay
iniciativas, hay experiencias. También estoy segura que hay juventud que se
está involucrando y estoy segura de que las autoridades van a respaldar las
iniciativas importantes que pueden surgir en propuestas de paz como esta. Pero,
lo más importante, es ganar más gente.
En Guatemala nosotros perdimos la consulta popular ¡Perdimos con un no
rotundo! Y al final amanecimos al día siguiente y dijimos: ¿qué nos pasó?
Diez años de negociación de paz, diez años de verdad en condiciones dramáticas.
Sacrificamos nuestras vidas, nuestras familias, nuestros hogares, nuestras
esperanzas, etcétera. Y nos rajamos por hacer un diálogo de muy buena voluntad.
Pero, a la vuelta de la esquina, perdimos la consulta popular. Y no perdimos
porque los guatemaltecos no quisieran la paz sino porque los mafiosos actuaron
hasta el final. Era una mafia corporativa en su conjunto.
Primero: no se estaba preguntando
a la gente si estaba de acuerdo que hubiera doce acuerdos y que legitimaban
esos doce acuerdos por voluntad popular. Esa no era la pregunta. ¡Eran 60 preguntas sobre 60 temas
distintos!
Entonces la gente decía: ¿Y ahora
por qué voy a votar? ¡Pues no sé! Pongo no. O mejor me abstengo no vaya a ser
que estoy haciendo con generosidad algo que va en contra de mis hijos, de mi
familia, de todo lo que me he rajado en este mundo que ya no me va a devolver
lo que perdí, etcétera, etcétera, etcétera.
¡La gente no sabía por qué iba a
votar! Entonces la consulta se llevó el rotundo no. Y el rotundo no pasaba por
la deslegitimación de todo el conjunto del proceso de paz. Había argumentos.
Uno de los argumentos era que la insurgencia, los comandantes generales de la
insurgencia, en su comisión política-diplomática, firmaron los acuerdos con sus
alias.
¿Se imaginan la ilegalidad que representaba
eso cuando llegó al Congreso? Resulta que sus nombres de guerra eran los
nombres que figuraban en los acuerdos y no sus nombres reales.
Claro, habían apasionados
políticos que dijeron: ¡ya ven, eso es ilegítimo! Eso es un acuerdo político
pero no es un acuerdo legal y eso es inconstitucional.
Fue cuando empezamos la guerra
jurídica. Y en la guerra jurídica juega
un rol fundamental la academia, hay un rol fundamental de las corporaciones
jurídicas, los abogados que saben manejar la ley, los constitucionalistas,
etcétera, etcétera. Entonces eso atrasó bastante la aplicación de los acuerdos
de paz.
Pero hubo algo que no nos atrasó
y fue la labor de hormiga que hicimos. Aunque no figuren nuestros nombres en
los acuerdos de paz. Nos metimos a trabajar para hacer efectiva una ventana que
nos dejaron los acuerdos de paz. Entonces ahí aprendimos que hay agenda para todos y que hay reuniones
multisectoriales que hacer. También aprendimos que, -aunque no nos guste-,
nos tenemos que aglutinar entorno a un dirigente, a dos dirigentes, a tres, a
cuatro. Nunca hicimos una reunión en mi casa sin que no tuviera que sentarme
una semana para ver quién estaba invitado a mi recepción.
¿Será que viene la Procuraduría
de Derechos Humanos? ¿Será que viene la oficina del arzobispado? ¿Será que
vienen los voceros del empresariado? ¿Será que vienen los campesinos? ¿Será que
vienen los indígenas? ¿Será que vienen los cakchiqueles o los quichés?
Tomamos conciencia de que cada
acto que hacíamos también era importante y que la inclusión no era solamente un discurso y cada cosa que hacíamos le
poníamos los multicolores. ¡Por fin nos conocimos! Conocimos a mucha gente que no
conocíamos ¡Yo criticaba a un montón de gente! Yo decía: ¡esos señores son unos
desgraciados! Pero ya cuando viene a la recepción el General, el señor jefe de
la Aduana, el no sé quién, conocimos a personas y cuando conocemos a personas, cambia
nuestra perspectiva.
Algo aprendí de la política mexicana: me encantaba en aquellos años
cuando las personalidades mexicanas hacían una recepción en su casa y venía el
Partido Comunista, -en aquellos años que existía todavía el PSUM en México-, y
venía el PRI y venía no sé quién y todos los partidos. Al final empezaban a
hablar entre ellos:
-¡No que se te fue la mano!
-decía uno.
-¡Tú también! -respondía el otro.
-No, es que hay que parar eso.
Ellos hacían de sus convivios
prácticamente un escenario político.
Y yo aprendí mucho de eso. Por eso siempre agradecí a México la alta forma de
hacer política de los mexicanos de aquellos tiempos.
¡Ustedes tienen mucho
que hacer! ¡Hay que respetar también que hay posiciones muy radicales!
No es cierto que mi hermana
después que depuso las armas dijo: ¡mira hermanita, que lindo es el color de la
paz! No, no es cierto. Yo tuve dos hermanas que se alzaron en armas. Una tenía
13 años.
Después del secuestro de mi madre
mi hermana se quedó perdida en las comunidades. Optó, no optó. Pues no tuvo
remedio que irse a la guerrilla. Y otra de mis hermanas que tenía 15 años -que
ya falleció-, también. Pero yo, que tenía dos hermanas chiquitas, pequeñas, en
la guerrilla, siempre tuve la esperanza de que se terminara esa guerra para
que, a lo mejor, estuvieran vivas cuando se firmaran esos acuerdos ¡Esa emoción
de saber que a lo mejor estuvieran vivas! No sabía si compartiríamos, si nos
contaríamos, si hablaríamos de lo que les pasó; pero que estuvieran vivas y que
se firmaran los acuerdos.
Y una de mis hermanas dijo: No.
¿Y yo qué gano? Gano que voy a sumarme a tooooda la pobreza que hay alrededor
de la capital. Gano que voy a ir a vivir la pobreza. Ya yo vivo en la montaña,
pobre, pero no obedezco a nada ni a nadie que me dicte la vida. Así que
disculpen yo no figuro en los nombres de los desarmados, o sea de los que
dejaron la guerra.
¡Y así fue! Así que cuando se
busquen los nombres en la historia de los desmovilizados, jamás encontrarán su
nombre. Pero eso no quiere decir que ella no siguió trabajando. Siguió
trabajando con las mujeres, a su manera. Una manera muy humilde y pobre para uno
que ya tenía una cama, tenía una casa, tenía etcétera, y así es como ella
asumió la postguerra.
Otros la asumimos trabajando,
convenciendo a los demás. Otros se fueron directamente a colaborar con el
desminado de las áreas de conflicto. Y eso fue mucha gratitud de nuestra parte,
porque ellos sabían dónde dejaron una bomba, donde dejaron un buzón, donde dejaron
escondidas cosas. ¿Y qué al final? Bueno, ¡ya qué! Al final esta paz se
afianzó. Está bien, colaboramos. Y pues terminaron apoyando las Fuerzas
Armadas. Pero eso sí, dijeron: nosotros no venimos para ser fuerzas armadas represivas,
nosotros tenemos convicción social
¡así que aquí nos aguantamos!
Muchas cosas pasaron pero eso no
está escrito. Lo más grande para un proceso de paz es que no se escriba todo
porque ya cuando uno empieza a tomar nota, todo el mundo se sale de la sala
porque no quiere ser señalado acerca de que fue su culpa cualquier cosa. Hay diálogos
que se pueden hacer sin escribir, sin decirlo en público, más bien la
concertación, de buena voluntad genera otro proceso.
Para eso, las sociedades que no
vivieron la guerra tienen un papel muy importante porque dan confianza. Aquí,
yo no soy una de las partes. O sea la gente dice: Ah no que él nos junte;
díganle al amigo que nos llame para que nos juntemos porque él no es una de las
partes.
Monseñor Rodolfo Quezada Toruño, quien
fue uno de los símbolos más importantes del diálogo multisectorial en Guatemala,
jugó un rol en lo que que él llamó Proceso de Penduleo. Decía: hay que tirar la
bola para allá y que regrese y que vaya para allá y así para que haya
equilibrio. Incluso logramos crear en cada lugar una Casa de la Reconciliación. Así se llamó. ¡Nadie se fue a
reconciliar allí!
Pero, la verdad, que la Casa
servía para hacer pláticas, charlas, convivencias, traer algunos personajes que
venían a contar su historia, su contribución. Fue una época muy crítica en
Guatemala.
La gente decía: ¿Y con quién quiero yo reconciliarme si jamás me
concilié?
Reconciliar quiere decir que volvamos de nuevo y yo no me he
divorciado con ustedes así que ¡olvídense! La palabra reconciliación es veneno
para mí porque yo ¡nunca he sido tomado en cuenta!
¡Hay radicalismos muy fuertes! Ustedes
aquí, en Puerto Colombia, tienen la
bendición del Creador de que están en una zona en donde tienen la posibilidad
de hablar de la guerra sin tener que morir o ser secuestrados. Porque hay otras
áreas en Colombia en donde va a tomar un largo tiempo para que uno pueda
confiar en el otro.
Hay que tener la esperanza de que esto tiene que hacerse.
Ojalá que las autoridades
colombianas establezcan un rubro de paz
sin tener que ser solamente lo que dictan las grandes instituciones de
resarcimiento, porque también cometimos ese error en Guatemala: se iba a dar
una compensación económica a las víctimas del conflicto. Pues resultó que las
víctimas no sólo eran los que perdieron un familiar, la mayoría habían perdido
un familiar. También estaban quienes habían sido forzados a la guerra, cómo las
PAC -las Patrullas de Autodefensa Civil-. Esas Patrullas de Autodefensa Civil
decían: ¡sí señores, a mí me obligó el Ejército institucional! Me obligó a
estar a su lado, y yo controlé el pueblo gracias a ese mandato que me dio el
Estado. Por lo tanto, yo soy una víctima; yo quiero compensación, y así sucesivamente.
Durante la recuperación de la memoria histórica la ONU estableció que eran 200
mil víctimas, muertos, y 50 mil desaparecidos. Así que cada familiar tenía que
ir a pedir un resarcimiento y se estableció
un precio. Y cuando hay dinero ¡inicia una nueva guerra! Y yo les juro: nuestro
pueblo no se conforma con sembrar un árbol como compensación y que le paguen el
día por reforestar la zona que fue devastada; nuestro pueblo no se conforma con
nada, es un tema de dignidad.
Mi familia no participó en el
resarcimiento. Mis hermanas y mis hermanos dijeron: yo mejor no.
Pero otros dijeron: ¡no, yo sí! Y
las filas y filas y filas fueron creciendo y resultó que había que darle
resarcimiento a un millón y luego resulta que eran millón y medio y así.
También hubo uno que dijo que su familia había sido asesinada pero no dijo que
él era el victimario de su propia familia. Entonces culpaba al Estado o a la
guerrilla.
-No, la guerrilla.
-A mí me mataron aquí a…
-¿Puedes comprobarlo? -le
preguntaban.
-Sí. Aquí está la prueba que mí
ser querido, fue asesinado.
Entonces nosotros tuvimos
bastante quehacer ¡Casi 20 años! Hasta ahora todavía tenemos abierto el resarcimiento
de mucha gente que año tras año quiere recibir compensación económica.
Yo me fui con las partes a
Bruselas y casi a punto de firmar los acuerdos de paz, dijeron que costaba US$200
mil millones de dólares el resarcimiento global. Bueno, ¿quién lo iba a dar? Los
Estados Unidos dijeron: nosotros damos U$300 millones. Y los europeos: vamos a
dar tanto. Y los de la región, también tanto. Era tan fácil sumar los números
que regresamos súper felices de la reunión de negociación de fondos de la paz
en la que participó la Unión Europea. Pues pasaron 3 meses, 4 meses, no llegó
un millón, ni dos, ni tres. Entonces el Estado –Guatemala-, tuvo que empezar a presupuestar
su deuda económica en la guerra ¡Fue muy delicado este tema y lo tuvimos que enfrentar
con mucha dificultad!
Yo pienso que el
desarrollo que se debe plantear debe ser un desarrollo integral.
Yo pienso que el desarrollo
que se debe plantear debe ser un desarrollo integral: vamos a mejorar la educación, vamos a mejorar la vida de la gente, vamos a mejorar la infraestructura, vamos a mejorar las condiciones ¡y no abandonar las
víctimas directas! Pero no vayan a establecer un precio por víctima porque eso
sí es muy fuerte. En Guatemala somos apenas 14 millones, no somos como en Colombia
que con sólo los millones de colombianos ha de ser muy difícil conseguir el
presupuesto global para el resarcimiento compensativo económico.
Así que nosotros empezamos a
inventar otras cosas en el camino y unas de las cosas que inventamos fue que
los cubanos nos dieron la posibilidad de llevar a La Habana a la Escuela de Medicina
a unos 500 jóvenes mayas guatemaltecos a estudiar medicina. Y gracias a eso muchos
médicos jóvenes ya ejercen su profesión en Guatemala. También hubo otras iniciativas como entrega de becas,
apoyo a la cultura, a la educación, a la investigación. Que eso dé un
resultado que apoye a políticas públicas. No sé, yo creo que ustedes están a punto
de plantear una agenda local muy
importante.
Y bueno, la interculturalidad. Yo
dije a los hermanos hoy que ojalá para Colombia esta era, este proceso, esta
antesala, se convierta en una conversión de los pueblos indígenas que los lleve
a ser protagonistas y no un problema. La academia y las universidades, podrían hacer un recuento
de cuántas normas ya existen en Colombia para ponerlas en práctica. Que la
declaración universal y el tipo de consulta que se haga sea en su propio
idioma, con identidad, para que tal vez ellos se conviertan en protagonistas.
Y que los pueblos indígenas se
liberen totalmente del estigma de victimización de tantísimos siglos. Que
tengan su propio museo, que tengan su propia referencia, que no hace daño
porque es pluriculturalidad. Yo creo que los pueblos indígenas no deben ser víctimas
en este proceso, no una víctima más sino un protagonista más.
¿Y las mujeres?
Las mujeres somos muy complicadas
en una postguerra, porque las mujeres también queremos ejercer todos los
derechos que se nos han negado largo tiempo en la vida. Es muy duro cuando una
mujer decide ser política, decide ser protagonista. Dice: yo puedo ser
alcaldesa, yo puedo ser también diputada.
En Guatemala ¡ahí chocaron los acuerdos de paz! Todo fue pacífico, menos
cuando la mujer quiso ir al senado. Entonces la guerra sectorial fue muy
fuerte. Es muy importante para ustedes en Colombia, que los planteamientos que
se hagan sean inclusivos desde un principio. Así no tendrán que remendar cada
rato.
Que logren un Nobel para Soledad
como Distrito de Paz, que trabajen porque hay un motivo, hay un pretexto bueno
y eso les motiva a todos ustedes y se puede trabajar en torno a esa idea. Hay que tener un motivo porque si no lo
tienen, paz por nada no se vale. Hay que buscar un motivo. La petición de
Soledad como una referencia de Distrito por la Paz me parece muy buena. Deberían
de acogerla los organismos multisectoriales, los distintos partidos políticos
porque les va ayudar en su propia región también.
Yo deseo para cada uno de ustedes
la vida plena, el ser humano pleno, el que todos podamos vernos en el tiempo
como protagonistas plenos, y no solo
como espectadores. ¿Quién tiene la culpa de que sean espectadores? A veces el
alcalde porque no incluye o se vuelve en espectador; a veces el gobernador, a
veces ustedes los empresarios que hacen sus cosas sin tomarnos en cuenta. A
veces las personalidades también hacen lo suyo y no son incluyentes, entonces
hacen que los demás sean espectadores. Yo creo que aquí lo más importante es que todos nos sintamos constructores y protagonistas.
Citar como:
Menchú Tum, Rigoberta La paz no se trata de silenciar los fusiles.
Se trata de un proceso de transformación social. En Memorias. Revista
Digital de Arqueología e Historia desde el Caribe. N° 29. Universidad del Norte. Barranquilla, 2016.
el desarrollo que se debe plantear debe ser un desarrollo integral: vamos a mejorar la educación, vamos a mejorar la vida de la gente, vamos a mejorar la infraestructura, vamos a mejorar las condiciones ¡y no abandonar las víctimas directas! Pero no vayan a establecer un precio por víctima porque eso sí es muy fuerte. En Guatemala somos apenas 14 millones, no somos como en Colombia que con sólo los millones de colombianos ha de ser muy difícil conseguir el presupuesto global para el resarcimiento compensativo económico.
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EliminarEl premio Nobel de paz Es para Rigoberta menchú Tum en 1992 desde muy joven luchó en pro de lam reivindicación de los derechos de los pueblos indígenas y campesinos y La abolición el racismo y por esto lérida punto el comité de unidad campesina y la representación unitaria de posición Guatemala los procesos de paz en si son muy complicados ya que muchas personas dicen yo isela Paz de un lado a otro se quedan invisibles muchos de ellos mienten y actúan como si tú en tu mente tuvieran paz cuando no es así la paz no silenciar los fusiles por las pistolas no se trata de silenciarlos
Danna Gabriela Ruge R