7. VIOLENCIA, MINORÍAS, CONFLICTOS, DERECHOS Y SOCIEDAD

Es necesario hoy reflexionar acerca de lo que tiene que ver con la violencia en todas sus

 manifestaciones: física, verbal, psicológica, social, intrafamiliar y simbólica, individual y socialmente

 considerada, infringida a muchas minorías en la sociedad, y particularmente a las mujeres. 

Igualmente, es necesario reflexionar acerca de lo que tiene que ver con la garantía y goce de derechos

 tales como el derecho a la insumisión, a la libre determinación, a la protección de la intimidad o con el derecho a la diferencia.  

Y es impostergable reflexionar también acerca de lo que la violencia, los

conflictos y las luchas por la garantía y goce de derechos tienen que ver

 con la sociedad contemporánea, y en particular con la nuestra, la que nos

 toca vivir, en cuanto a la plena realización o frustración por lo que se tiene

, se siente, lo que se quiere y desea, lo que se sueña, a lo que se aspira, lo

 que no se desea ni se quiere pero que por las relaciones de subordinación

imperantes, por la sumisión explícita, implícita o simbólica a que se está

 sujeto, por miedo, por rechazo, por la violencia simbólica que se sufre, y

 por la vergüenza, se tiene que soportar, aún a costa de la propia dignidad. 

Se tiene la convicción de que sin la debida auto reflexividad sobre nuestras 

propias vidas; y el respectivo socioanálisis sobre la sociedad en la cual nos

 ha tocado vivir y de hecho vivimos, sobre la familia e igualmente, sobre las

 relaciones y las jerarquías de las cuales hacemos parte, difícilmente

 encontraremos una salida a nuestro pesimismo, desilusión, frustración,

 falta de compromiso e indiferencia.

Dichos procesos de socioanálisis y auto reflexividad son los que nos

 permiten sacar a la luz la verdad sobre las violencias que se esconden y

 los traumatismos atávicos que han ocasionado, ocasionan y ocasionarán,

 de no introducir correctivos. 

Sin esos recursos nunca tendrá posibilidades reales la democracia en el

 escenario de lo íntimo, de lo familiar, de lo cívico y ciudadano, lo político,

 religioso o étnico, en nuestro país y en Latinoamérica entera, toda vez que

 no es, por supuesto, con hombres machos, violentos, guerreros,

 dominadores y amos del saber; ni con mujeres intimidadas y llenas de 

miedos y sentimientos encontrados de inferioridad, rebeldía o sumisión,

 abnegadas y sin consistencia subjetiva en cuanto “ser en el mundo”; ni

 con mujeres con presencia todavía tan escasa y poco relevante en los

 marcos institucionales y organizacionales de una cultura imperante

 predominantemente androcéntrica como la nuestra, como se podrá 

empoderar y liberar a esas minorías, y en particular nuestras mujeres hoy.

Se propone entonces, asumir el riesgo que conlleva el abocar y discutir estos temas, porque se

 considera que hay que desfatalizarlos, desnaturalizarlos, desmitificarlos,  para que la democracia, en su

 sentido integral, se construya no solo desde la política sino también desde la más intima cotidianidad.