Como una salida operativa a su análisis, (Margullis & Urrestri 1998; Bourdieu 2000; Ghiardo & Davila 2005; Rossi 2006) sugieren pensar la niñez y la juventud como una condición/situación de vida. Es decir, se propone comprenderlas como posiciones y relaciones históricamente situadas y diferenciales.
Pensar la niñez y la juventud como condición y situación, implica una suerte de "mirada antropológica" que piensa el ser humano no sólo en una trama social, sino también imbuido y determinado por una red extensa y múltiple de:
1) relaciones sociales;
2) procesos sociales, culturales, políticos y económicos;
3) centros de poder y decisión fuera de nuestro alcance; y
4) por los lineamientos de política publica desde allí dirigidos, que escapan a su control, y que los impactan directa o indirectamente.
1) relaciones sociales;
2) procesos sociales, culturales, políticos y económicos;
3) centros de poder y decisión fuera de nuestro alcance; y
4) por los lineamientos de política publica desde allí dirigidos, que escapan a su control, y que los impactan directa o indirectamente.
Relaciones, procesos y poderes, evidentes algunos, difusos u oscuros otros, que escapan a su control y que casi siempre, desconoce y/o disimula para hacer soportable su existencia: en la familia, en la escuela, en el barrio, en la comunidad, en el trabajo.
Relaciones finalmente de poder y control inmersas en la construcción de género, en la situación de clase, en la posición etaria o en la condición étnica, entre muchas otras.
Bien vale la pena hacer aquí una precisión: cuando se plantean las nociones de condición y situación,
se quiere hacer referencia a un estado en el cual se halla una persona; y como consecuencia de ello, a una calidad, capacidad, actitud, aptitud o disposición.
Se refiere, entonces, a una condición o situación estructural acerca de cómo se es en un momento dado de la vida, cómo se percibe el mundo y cómo le va en él , así sean vividos transitoriamente.
En particular, la condición juvenil es el entrecruzamiento, o mejor, la sumatoria de direccionamientos y posiciones, que a modo de vectores de fuerza, orientan, pero también, localizan al sujeto en un universo de oposiciones que ordenan el mundo social y los submundos, a modo de subcampos en los que el sujeto actúa y de los que deriva sus capacidades sociales.
Se puede estar descontento con la situación que se vive y padece, pero no de la condición de niño(a) o joven, a la cual se adhiere plenamente.
Específicamente la condición-situación juvenil, es el resultado del entrecruzamiento de los lugares-valores con respecto a la posición de otros:
-El género-La clase social
-La edad
-La vida familiar
-Las relaciones y los conflictos en la familia
-La etnia
-La escolaridad
-El trabajo
-Las estructuras de movilidad social.
Es viable, entonces, medir todos estos impactos y externalidades; a través de la evaluación:
1) De los alcances de los principios y lineamientos constitucionales;
2) De los alcances de las directrices neoliberales de organismos multilaterales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, El Banco Interamericano de Desarrollo, la Cepal, la Ocde, la Unesco, Unicef etc. y
3) de la implementación nacional de políticas públicas que los impulsan.
3) de la implementación nacional de políticas públicas que los impulsan.
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